miércoles, 24 de abril de 2013

espacion verdes



Parque urbano con gente[El llamado “efecto restaurador de la naturaleza” permite a las personas el relax necesario para afrontar una vida de estrés. ]NATURALEZA Y CIUDAD. BENEFICIOS DE LAS ÁREAS VERDES URBANAS A LA SOCIEDAD

No podemos pasar por alto que la mayoría de los trabajos realizados sobre los beneficios que aportan las áreas verdes urbanas a la población están llevadas a cabo en Norteamérica y en países del Norte de Europa. Esto no quiere decir que no existan investigaciones interesantes en el campo de la Ecología Urbana en Latinoamérica o en los países mediterráneos, sino que estas investigaciones apenas transcienden a los canales de difusión científica, ya que suelen estar copados por países con más tradición y experiencia en el campo del uso, gestión y planificación de los espacios verdes urbanos.

La importancia de las zonas verdes en las ciudades radica en los efectos positivos que tienen sobre la población residente, efectos que pueden manifestarse en varios ámbitos de carácter social: En la conciencia ambiental o ecológica; en el proceso de enraizamiento (embeddedness) de la comunidad y de construcción de identidades socioculturales, en el sentimiento de seguridad, o en la salud mental y física de los ciudadanos entre otros.

Conciencia ecológica

El mencionado Greening Process o extensión de las zonas verdes en las ciudades contemporáneas representa una importante oportunidad para que la población aprenda acerca de los principios ecológicos y de sus interconexiones con el mundo circundante. La mera observación que el viandante tiene sobre los espacios verdes, así como el contacto con la naturaleza que le rodea, ha permitido adquirir al habitante de la ciudad un aprendizaje experimental sobre el funcionamiento de algunos ecosistemas urbanos. Algunos estudios realizados por la Agencia de Medio Ambiente de Canadá en 1999 mostraban que un 43% de los canadienses participaban en actividades al aire libre en áreas naturales y que un 40% participaban en actividades relacionadas con la vida silvestre en sus propias residencias o en zonas cercanas a ellas. Con esto podemos señalar que el contacto con la naturaleza, bien sea en el hogar, en la ciudad o en los parques naturales es de una importancia fundamental para desarrollar una conciencia ambiental cada vez más involucrada en el conocimiento y la conservación del entorno natural. La educación ambiental es mucho más que impartir una clase de biología o visitar un centro de interpretación de la naturaleza, es el resultado de una experiencia directa y constante, asimilada a través del contacto diario con la naturaleza en los lugares donde vivimos, en las calles que recorremos o en los árboles que nos dan sombra. En consecuencia, el entendimiento de las bases de la interacción entre la sociedad y la naturaleza debe empezar en los lugares donde los ciudadanos viven y pasan su tiempo libre, es decir, en los núcleos urbanos.

Recientes evidencias también sugieren que la participación directa de los ciudadanos, por medio del voluntariado, en los llamados Procesos de Naturalización, genera en los ciudadanos fuertes lazos de afectividad y conexión con el medio natural en el que están interviniendo. Los procesos de restauración de zonas abandonadas, mediante la creación de zonas verdes, o la adecuación y limpieza de zonas altamente degradadas ofrecen indudables beneficios sociales que debieran ser potenciados, como el gran sentido de identificación con la naturaleza y los altos niveles de satisfacción que obtienen los que participan en dichas tareas.

Enraizamiento en la comunidad e identidad sociocultural

Los grandes asentamientos urbanos se caracterizan por el ruido, la muchedumbre, y la falta de privacidad entre otros, efectos todos ellos que estarían induciendo al debilitamiento de los lazos sociales entre los vecinos e impidiendo, de algún modo, el sentido de comunidad. Esto podría explicar el descenso del capital social en las grandes urbes y la falta de integración de los individuos en sus comunidades de referencia, dando lugar a problemas de anomia o carencia de normas sociales. La literatura sugiere que una mayor interacción de los ciudadanos con los espacios naturales y la existencia de zonas verdes en las barriadas de las grandes ciudades, para el ocio y el esparcimiento de los vecinos, pueden inducir entre ellos al desarrollo de valores compartidos, es decir, el enraizamiento de los individuos en sus comunidades de referencia.

Algunas experiencias demuestran cómo la implicación de los vecinos en programas de creación de espacios verdes en sus barriadas, facilita el conocimiento mutuo entre los participantes y su interacción social, desarrollando un sentimiento de identidad con el entorno, además de generar altos niveles de satisfacción personal por elegir y controlar las condiciones de su propio entorno natural.

Estos programas ponen de manifiesto que una comunidad unida dota a los vecinos de un elevado sentido de pertenencia y ayuda mutua, y de una mayor capacidad para la formación de organizaciones locales, al tiempo que los dota de mayores recursos organizativos para defenderse contra el crimen y la delincuencia y para movilizarse en el ámbito político.

Algunos estudios sobre las personas mayores, han demostrado que cuando este colectivo está formado por individuos con fuertes conexiones sociales en su comunidad, se producen menores niveles de mortalidad, tasas más reducidas de suicidio y niveles más elevados de salud física y mental, al tiempo que se manifiestan menos temerosos de ser víctimas del crimen y la delincuencia.

Tanto el deporte como el juego son dos razones esenciales para que los espacios verdes urbanos sean necesarios y los usuarios sigan visitándolos. Sin embargo, estas actividades requieren de una planificación o zonificación del parque, así como de aquellos elementos necesarios que puedan crear un sentido de lugar o pertenencia al entorno donde están ubicados. Son muchos los parques alrededor del mundo que incluyen numerosos atractivos para sus usuarios, indiferentemente de su edad y sexo: juegos de agua, campos de futbol, estanques para remar, animalarios, exposiciones al aire libre, etc.

Las bases del diseño, por lo tanto, deben ser multifuncionales y multiculturales, y los conceptos de uso y lugar deben se compatible y deben estar unidos. Los diversos espacios de la ciudad tienen potenciales diferentes dependiendo de factores tales como su uso, accesibilidad, carácter biológico y físico, propiedad, zonificación y límites legales, entre otros. De este modo, y aplicando la misma filosofía que en los planes de ordenación y gestión urbana, no todos los usos pueden aplicarse en todos los lugares, o no necesariamente al mismo tiempo. La posibilidad de poder elegir entre varios espacios, y que todos y cada uno de ellos satisfagan la diversidad social de la ciudad, tienen que ver con la calidad de vida de la ciudad y de sus ciudadanos.

Sentimiento de seguridad

En este aspecto, podemos destacar que la creación de zonas verdes en las ciudades y la presencia de áreas ajardinadas en los barrios aumentan la sensación de seguridad en los vecinos, disminuyendo las tasas de criminalidad y reduciéndose las expresiones de violencia. En su trabajo, Jacobs (1961) introduce la idea de “ojos en la calle” para explicar cómo la presencia de personas en los espacios públicos destinados al esparcimiento ayuda a controlar el crimen y aumentar la seguridad ciudadana. Otras expresiones de esta misma idea son los conceptos de “control social del vecindario” y “funcionamiento territorial”, conceptos que se refieren a la habilidad de la comunidad para controlar el comportamiento de sus vecinos en su propio espacio interviniendo si fuera necesario. En esta misma línea se afirma cómo el fortalecimiento de los vínculos sociales entre vecinos logra disminuir los niveles de vandalismo y criminalidad.

El hecho de vivir en contacto con la naturaleza podría ser un indicador en el grado de disminución de la violencia doméstica. Hasta tal punto que estudios empíricos han observado cómo en casas con zonas verdes y arbolado, los niveles de violencia y conflictos familiares eran menores que en casas con poca o ninguna arboleda en su recinto. El argumento de estos resultados está basado en que los vecinos que tienen una estrecha relación con la naturaleza, encuentran de forma más fácil diferentes vías para la resolución de conflictos y tensiones surgidas de frustraciones personales. Esta afirmación se corrobora con el hecho de que, en los disturbios en la ciudad de Los Ángeles, tras la sentencia del caso Rodney King, las barriadas con zonas ajardinadas fueron las menos dañadas, mientras que los otros barrios sufrieron daños severos.

Mejora de la salud física y mental

Los resultados de algunos estudios han permitido establecer una asociación entre, por un lado, la disminución del estrés y la mejora de la salud física de los residentes urbanos, y por otro, la presencia de arbolado y bosques en sus barriadas y, por supuesto, la percepción positiva de los ciudadanos respecto a la existencia de esas zonas verdes en la ciudad. Tales estudios han demostrado que los vecinos que viven rodeados de paisajes con árboles y vegetación presentan estados fisiológicos más distendidos que aquellos que viven en entornos sin naturaleza. No hay duda de que la experiencia en la naturaleza, la contemplación de paisajes y entornos naturales produce todo un conjunto de beneficios y bienestar a los usuarios de estos espacios.

Numerosos estudios han puesto de manifiesto el llamado “efecto restaurador de la naturaleza” que permite a las personas el relax necesario para afrontar una vida de estrés.
Este efecto restaurador es buscado, ahora más que nunca, entre una población cada vez más urbana, donde las distancias de desplazamiento son cada vez mayores y el tiempo para el ocio es menor. En definitiva una población alejada de los sistemas naturales y que demanda un mayor numero de espacios recreativos en las ciudades.



Foto de un camino en un paqrue[Las mejoras en la accesibilidad de los entornos naturales, incidirán directamente en el derecho que tienen todas las personas a beneficiarse y disfrutar de los espacios verdes.]VALORACIÓN DE LOS ESPACIOS VERDES URBANOS: NO TODO VALE

Hoy en día, es un hecho comprobable que el deseo de estar en contacto con la naturaleza o al “aire libre” va cobrando cada vez más interés. La mera presencia de espacios verdes urbanos en las ciudades constituye uno de los aspectos empleados hoy en día para medir el grado de calidad de vida de los ciudadanos. Más allá de las consideraciones estéticas, la naturaleza urbana empieza a ser percibida como un elemento integrador entre las valoraciones económicas, ambientales y sociales, así como un elemento de identidad y referencia.

Considerando estos beneficios, algunos organismos, tanto nacionales como internacionales, se han aventurado en la tarea de valorar cuánta naturaleza sería necesaria en las ciudades para que sus habitantes puedan alcanzar un pleno desarrollo. Este hecho ha desencadenado una guerra de cifras y, por supuesto, un ranking de ciudades que se consideran a si mismas sostenibles o verdes, sin considerar otros aspectos, no menos importantes, como la calidad o el uso de estos espacios verdes.

Indicadores arrojados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) así como por la Ley de Ordenación del Territorio española marcan un mínimo de 10 metros cuadrados de parques, jardines y espacios verdes públicos por habitante para cubrir las necesidades “sociales” actuales de la ciudadanía. Este indicador, que a simple vista podría suponer una meta para el conjunto de las ciudades españolas se enfrenta a numerosos problemas en su aplicación. El problema radica en que en numerosas ocasiones, estos espacios verdes no han contado con una evaluación positiva que analice el futuro uso social que los ciudadanos podrían darle, por lo que, en la mayoría de los casos, no están diseñados para que se rentabilicen “socialmente”. A menudo, estos lugares presentan limitaciones sociales, fundamentalmente cuando están diseñados para un determinado grupo social, discriminando, por consiguiente, al resto de la población, ejemplos claros son los campos de golf que muchas ciudades los incluyen en su red de parques urbanos. Resultados similares se han encontrado sobre las preferencias de los ciudadanos en el uso de los espacios naturales urbanos, donde, para cada zona verde habría un “área teórica de influencia” formada por una cantidad de población potencialmente usuaria de dicho espacio natural. 

contaminación visual


La contaminación visual se refiere a cualquier elemento que distorsione la observación del paisaje natural o urbano. El cerebro humano tiene una determinada capacidad de absorción de datos que se ve superada con la sobreestimulación de dichos elementos.
- Imagen: MartinD -Los causantes de este tipo de contaminación son muy variados, tanto en ciudades como en la naturaleza, y no sólo en la superficie, sino también en espacios subterráneos como parkings y metros: publicidad en forma de letreros, anuncios, pantallas de televisión y proyectores multimedia, vallas publicitarias; cableados, instalaciones y tendidos eléctricos enmarañados; parabólicas y antenas de televisión o de telefonía móvil; aparatos de aire acondicionado; edificios deteriorados o diseñados incorrectamente; tratamientos de pavimentos, parterres o espacios públicos y materiales para edificación inadecuados; amontonamientos de basuras; puestos improvisados de vendedores, etc.
Puede provocar dolor de cabeza, estrés por saturación de colores y elementos o distracciones peligrosas al conductor
Las consecuencias de la contaminación visual son diversas. Según el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA), puede provocar dolor de cabeza, estrés por saturación de colores y elementos, distracciones peligrosas al conductor cuando desvía la atención para ver un cartel concreto en la carretera, o sustracción de datos de interés cuando ocultan señalizaciones de tráfico o de tipo informativo.
La Dirección General de Tráfico (DGT) advierte también de la falta de infraestructuras para alojar al cada vez mayor número de vehículos, lo que en algunos casos se consigue disminuyendo los espacios destinados a parques. Además, la falta de civismo lleva a la congestión de las ciudades, atestadas de coches mal aparcados, que dificultan e incluso impiden el paso de los ciudadanos y otros automóviles.
En el caso de los animales, algunas asociaciones ecologistas mantienen que el exceso de anuncios y los colores estridentes en lugares de paso de la fauna pueden alejar algunas especies e incluso romper el equilibrio ecológico.
Las diferentes legislaciones, tanto la estatal como las autonómicas, disponen de artículos que tratan este problema. En este sentido, cualquier tipo de publicidad que ponga en peligro la conducción está terminantemente prohibida. En el caso de los edificios históricos y Bienes de Interés Cultural, la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985 prohíbe colocar en ellos publicidad comercial, así como cables, antenas y conducciones.
En el caso de la naturaleza, la Ley de Protección Ambiental 4/89 permite multar a las empresas que coloquen carteles que estropeen el paisaje y el entorno de un parque natural. Por su parte, la Ley del Suelo de 1992 no consiente situar edificios o cualquier elemento que causen molestias visuales en lugares de interés paisajístico.
Algunas instituciones han emprendido diversas acciones, aunque según las organizaciones ecologistas todavía habría mucho más que hacer. Por ejemplo, el Defensor del Pueblo de Andalucía elaboró en 1998 un completo informe sobre la contaminación visual y el patrimonio, en el que apeló a una mayor preocupación para que las licencias de obras sean respetuosas con la normativa. Por su parte, la ciudad vieja de Pamplona cuenta con galerías subterráneas para todo tipo de canalizaciones, lo que permite añadir servicios y reparaciones sin necesidad de pasar por la superficie.

problema de la Contaminación ambiental


Contaminación ambiental

En el país se registran una serie de problemas de contaminación, sobre todo en las principales áreas urbanas. La contaminación o polución del aire es un problema grave en las ciudades más grandes (Buenos Aires, Córdoba y Rosario), en particular en las zonas céntricas, debido a la gran cantidad de automóviles y transporte colectivo que circulan por esos lugares; también se ven afectadas las zonas de concentración de ciertas industrias, como las petroquímicas, por la emisión de gases tóxicos que no han sido controlados y tratados previamente.
Otro problema frecuente en las ciudades es la contaminación originada por la acumulación y el tratamiento inadecuado de los desechos sólidos o basura. La basura que se produce en los hogares y las industrias debe ser depositada en lugares especiales, por ejemplo, lejos de zonas habitadas y en terrenos que se deben impermeabilizar; de lo contrario, la basura acumulada emana gases y elimina líquidos que contaminan el aire, el suelo y las napas subterráneas de agua. Este problema afecta a las zonas periféricas de las grandes ciudades; por ejemplo, a algunos partidos del sur del conurbano bonaerense, donde se localizan grandes depósitos de basura a cielo abierto.
En las zonas rurales también se registran algunos problemas de contaminación del agua y del suelo. Por ejemplo, en las zonas agrícolas, debido al uso excesivo e inadecuado de agroquímicos; también, en aquellas zonas de explotación minera que utilizan sustancias tóxicas, como el cianuro y el arsénico, para la obtención de los minerales.

problemas de transporte


As cidades brasileiras apresentam graves problemas de transporte e qualidade de vida. Esta situação decorre de muitos fatores sociais, políticos e econômicos, mas deriva também de decisões passadas relativas às políticas urbanas, de transporte e de trânsito. A cultura do automóvel, que drenou muitos recursos para o atendimento de suas necessidades e o sistema de transporte, permanece insuficiente para atender à demanda crescente.
Esta situação permanece e tende a se agravar: a falta de transporte público de qualidade estimula o uso do transporte individual, que aumenta os níveis de congestionamento e poluição. A ausência de planejamento e controle que ordenem o uso e a ocupação do solo acaba por deixar que o desenho da cidade seja resultado exclusivamente de forças de mercado, que tendem a investir nas áreas de maior acessibilidade, freqüentemente com graves impactos ambientais e sobre o sistema de circulação local.
Dentre as grandes dificuldades verificadas podemos citar a produção de situações crônicas de congestionamento, os prejuízos crescentes ao desempenho dos ônibus urbanos, o decréscimo no uso do transporte público regular, o aumento da poluição atmosférica e da generalização dos acidentes de transito, a necessidade de investimentos crescentes no sistema viário, a violação das áreas residenciais e de uso coletivo, a redução das áreas verdes e a impermeabilização do solo.
Os custos para sociedade brasileira deste modelo inadequado de transporte urbano são socialmente inaceitáveis e constituem importantes obstáculos sob o ponto de vista estratégico.
O Transporte Urbano e o Futuro do Brasil
Atualmente mais de 75% da população brasileira residem em áreas urbanas, nas quais a maioria é dependente do transporte público para deslocar-se.
As dificuldades nos deslocamentos de pessoas e de mercadorias, aliadas aos acidentes de trânsito e à poluição atmosférica, deverão agravar-se, à medida que a urbanização prosseguir e a economia crescer.
À relevância destes impactos negativos requer com urgência um reexame do modelo atual de transporte e circulação das cidades brasileiras. Isto só pode ser obtido caso o processo de desenvolvimento urbano e as políticas de transporte e trânsito sejam revistas, de forma a gerar um equilíbrio entre os vários modos, desenvolvendo assim a eficácia do sistema e garantindo condições adequadas para a maioria dos usuários. As políticas necessárias devem ser adotadas de forma a garantir melhor qualidade de vida para toda a população, maior eficiência, sem esquecer da qualidade ambiental

problemas de viviendas


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Con el lamentable saldo de eventos como el de Vargas, de sismos como los de Caracas y Cariaco, se hace patente el alto grado de vulnerabilidad del país. Pero también con eventos no tan excepcionales. Anualmente, con las lluvias, nos acostumbramos fatídicamente a esperar víctimas, damnificados y destrucción.
Las amenazas naturales pueden ser equivalentes en otras regiones, pero el riesgo de catástrofes es muy alto en América Latina, donde la vulnerabilidad aumenta día a día, como aumentan las brechas con los países desarrollados, acompañadas por la pobreza, el proceso acelerado de concentración urbana, la ocupación no planificada e irracional del territorio, el crecimiento de la población, las carencias en dotación adecuada de viviendas e infraestructura, la degradación ambiental, deforestación y erosión de los suelos, y las debilidades institucionales de los sectores públicos, con la ausencia de mecanismos adecuados de control y regulación.
Un factor importante de vulnerabilidad se asocia con el problema de la vivienda, la proliferación de la construcción informal y el crecimiento espontáneo de los barrios en las grandes ciudades, sin ningún control o seguimiento técnico. Los ranchos son estructuras de mampostería, de bloques de concreto o de arcilla, que, en Caracas, alcanzan hasta 7 u 8 pisos, y se ubican en zonas de alto riesgo de sismos, derrumbes o crecimiento de quebradas. El riesgo en los barrios es muy alto, no sólo por la vulnerabilidad de las edificaciones, sino por las difíciles condiciones para el manejo de emergencias en estas zonas, donde las vías de acceso, los servicios de asistencia, las condiciones sanitarias, la infraestructura y el equipamiento en general, son precarios.
Otro factor de vulnerabilidad, no menos preocupante pero tal vez más fácil de atacar a corto plazo, se relaciona con la vivienda «formal». Aquí, la vulnerabilidad sísmica se asocia con la inexistencia de normas técnicas adaptadas a las prácticas locales, y a deficiencias en el diseño conceptual de las estructuras, seguimiento, y control de las construcciones. Anualmente se construyen grandes desarrollos de viviendas repetitivas, promovidos por el Estado para la solución económica del problema habitacional. Muchas de estas estructuras son de mampostería, y se proyectan y diseñan siguiendo criterios erróneos.
No existen en Venezuela normas vigentes para el análisis, diseño y construcción de estructuras de mampostería. Esto hace que se utilicen normas del extranjero, sin evaluar si son apropiadas para los materiales y métodos constructivos nacionales. En otros casos, se utilizan normas que no son aplicables a este tipo de estructuras, con un comportamiento diferente a las de concreto o acero.
En América Latina, numerosos países disponen de normas para estructuras de mampostería. Colombia, Chile, Argentina, México, por ejemplo. En Venezuela nos hemos quedado atrás. Las últimas normas con recomendaciones para la utilización estructural de la mampostería datan de 1955, y no incluían requerimientos sísmicos. Actualizar las normativas es una necesidad prioritaria. Esto es una responsabilidad a asumir por el recién creado Sencamer. Tenemos las capacidades y conocimientos técnicos necesarios para lograrlo a corto plazo, ya que existe una amplia experiencia en el área, y esfuerzos liderados por el Instituto de Materiales y Modelos Estructurales de la UCV.
Pero también, el Estado debe encarar urgentemente la tarea de evaluar y reforzar las estructuras existentes, y crear mecanismos de control adecuados que garanticen la seguridad de nuevas viviendas. Si no, con la entrega anual de cincuenta mil o más viviendas económicas, en lugar de solucionar un problema, cada vez que construimos una vivienda que no cumple con estrictos criterios de seguridad ante sismos, estamos, irresponsablemente, construyendo la amenaza de otro problema, tal vez mayor.
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El atentado contra la estación de Bolonia
En aquella época, la responsabilidad de aquellos atentados, en los que murieron más de 100 civiles y que dejaron una cantidad aún mayor de heridos, se atribuyó a izquierdistas que vivían al margen de la sociedad. Sin embargo, principalmente gracias a una serie de investigaciones y procedimientos judiciales, hoy está claramente demostrado que aquellos atentados en realidad fueron obra de elementos de extrema derecha que cooperaban con la inteligencia militar italiana. Aquellas acciones se inscribían en el marco de una permanente «estrategia de la tensión» destinada a desacreditar a la izquierda italiana, favorecer el mantenimiento de un statu quo caracterizado por la corrupción y quizás incluso a favorecer un alejamiento de la democracia [2]. Como afirmó posteriormente uno de los autores de aquellos atentados, Vincenzo Vinciguerra, «[la] explosión de diciembre de 1969 supuestamente debía ser el detonador que convencería a las autoridades políticas y militares [italianas] de proclamar un estado de urgencia». [3]
Vinciguerra reveló también que había sido miembro de una red paramilitar «stay-behind» junto a varios de sus cómplices. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la CIA y la OTAN habían creado aquella red bajo el nombre codificado de «Operación Gladio».
En 1984, cuando varios jueces lo interrogaban sobre el bombazo de 1980 contra la estación ferroviaria de Bologna, Vinciguerra declaró:
«Con [la masacre] de Peteano y todas las que vinieron después ya nadie debería dudar de la existencia de una estructura activa y clandestina, capaz de elaborar en la sombra aquella estrategia de matanzas. [Se trata de una estructura] insertada en los órganos mismos [del Estado]. […] En Italia existe una organización paralela a las fuerzas armadas, que se compone de civiles y militares y con vocación antisoviética, o sea destinada a organizar la resistencia contra una posible ocupación del territorio italiano por parte del Ejército Rojo. […] Una organización secreta, una súper organización que tiene su propia red de comunicación, armas, explosivos y hombres entrenados para utilizar todo eso. […] Una súper organización [que], a falta de una invasión soviética, recibió de la OTAN la orden de luchar contra un deslizamiento del poder hacia la izquierda en este país. Y eso fue lo que hicieron, con el respaldo de los servicios secretos del Estado, del poder político y del ejército.»